Αθήνα
Los primeros atenienses tenían reyes un poco extraños. El primero de ellos, Cecrope, era particularmente raro pues la mitad de su cuerpo era una gran cola de serpiente. Siendo habitante del Atica, probablemente habría dudado de un rey como este pero por lo visto los atenienses le dieron votos de confianza.
Fue justamente en tiempos de Cecrope que la ciudad comenzó a tener importancia y tal parece que atrajo la atención de dos dioses que andaban buscando una ciudad nonde les rindan culto. Eran Atenea y Poseidon. Como no podían ser ambos patronos simultaneos, entonces Cecrope tuvo que actuar como juez en una singular disputa en la que ambos dioses tenían que regalar algo a la naciente ciudad. En la cima de la Acrópolis, Poseidón hundió su tridente en una roca de la que salió un manantial. Pero el agua era salada y los atenienses no juzgaron ese regalo útil. Atenea en cambio, con algo menos de espectáculo, hizo nacer un árbol de olivo. Y éste, aparte del fruto, aceite y sombra que podía dar, era un símbolo de paz. Paz que necesitarían mucho en Atica en los siguientes turbulentos siglos. El asunto es que el árbol agradó a Cecrope y su gente, así que adoptaron a Atenea como patorna, le hicieron una estatua de madera y llamaron Atenas a la ciudad en su honor.
Como homenaje, esa escena fue representada mucho siglos después por Fidias y su taller en un conjunto de esculturas que adornaban el tímpano del Partenon. En esas épocas Pericles era el líder en Atenas, gobernando una sociedad que había convertido el arte y el saber en su mayor tesoro, así que lo hacían evidente con obras de arte de arquitectura, escultura y literatura que nos maravillan hasta ahora. También en su afán por hacer cosas distintas, inventaron cosas raras como la democracia directa. Bueno una democracia en la que esclavos, muejeres y extranejros no tenían nada que hacer, pero de todos modos un experimento singular.
Pero lamentablemente las épocas de paz para los atenienses eran efímeras. Si no era Persia, era Esparta, o luego Macedonia de Alejandro, o Roma. Incluso la invasión cruzada en el vergonzoso imperio Latino. Salvo el emperador Adriano, casi todas las invasiones vieron en la majestad de la griega clásica un poco de materia prima para alguna iglesia o una torre o un muro horrendo. Tal vez ya nadie se fijaba en la escena de Atenea y Poseidón en las esculturas del Partenon.
Es posible que esas escenas no hayan sido del agrado de los cristianos en Atenas, que no tardaron en derribarlas para poner una cruz y montar una iglesia en ese lugar estratégico. No contentos con eso también tenían el raro pasatiempo de aplicar el cincel a todos los desnudos que veían en los frisos y metopas del Partenon y otros templos del ágora. Bueno, la idolatría y la falta de pudor no podían ser tolerados...
Es de suponer que tras la conquista otomana, el Partenon no tuvo mejor suerte tampoco. Metamorfoseó en mezquita y luego en depósito de armamento. Gran idea poner mucha pólvora adentro, de modo que fue un blanco interesante para un ataque veneciano en el siglo XVII. El bombaredo tuvo un final interesante: la explosión derribó columnas, detrozó parte central del templo y tiró al suelo aun mas esculturas, frisos y metopes.
Y bueno. Una larga saga de eventos desafortunados, se podría decir. algunos dirán que Cecrope no eligió bien a la patrona...o tal vez Poseidon es un mal perdedor...
Se dice que Cecrope también lenseñó a leer, escribir y a comportare de manera civilizada a los habitantes de la nueva ciudad. Y se ve que estuvieron muy agradecidos, su tumba es parte de un singular templo también enraizado en la roca de la Acrópolis: el Erecteon. A un lado de este templo aun pueden verse los tres orificios que Poseidón hizo con su tridente. También está un retoño de aquel árbol de olivo que Atenea hizo nacer. Y es ahí donde Cecrope descansa para siempre, custodiado por las Cariátides, esas mujeres de piedra que tienen la mirada en el infinito y que seguramente sobrevivirán a otros siglos y siglos de tempestades que los mortales seguimos inventando.