9.13.2009

ferry across the Mersey

Los docks de Liverpool tienen mucho que decir. De esas mismas orillas han zarpado innumerables barcos cargueros desde hace siglos, ayudando a levantar el imperio marítimo de las islas británicas. Esos docks han sido también escenario de cruentas subastas de esclavos durante la época del masivo comercio de africanos arrancados de sus tierra natal. Liverpool también fue testigo de los viajes de numerosos cruceros inhundibles como el Lusitania, o de las tropas aliadas rumbo a la liberación de la Europa continental ocupada en la segunda guerra.

Para bien o para mal, Liverpool está atada al mar y a todo lo que viene con él. Es el intercambio incesante, tanto económico como comercial, social y cultural que han hecho de Liverpool una gran puerta. Una puerta abierta que sigue dejando influenciar las islas con condimentos de todos los contientes.

La cúspide de esa hegemonía marítima probablemente se pueda fijar entre fines del siglo XIX y principios del XX. Al menos eso aparentan las imponentes construcciones de la época que dominan en gran parte la vista liverpudliana. Lo primero que los barcos y ferries que llegan a Liverpool ven, son las "3 gracias", ejemplos de esa arquitectura ostentosa e imperial que da una idea del poder del comercio mar´titmo en esos días. El Museo marítimo de Liverpool cuenta todas esas historias, algunas recubiertas de gloria y otras mas bien de vergüenza. el museo de la esclavitud por ejemplo, muestra un ejemplo increíble de ignorancia, intolerancia y perversidad colectiva. La forma inhumana en que la gente era capturada, encerrada y vendida como animal, se justificaba en la insostenible teoría de la inferioridad de la raza. Afortunadamente la inconsistencia y brutalidad de ese razonamiento ha caído y sigue cayendo, tal como lo expresa el contenido de ese museo.

Pero toda esa hegemonía comercial también trajo consigo un crecimiento intelectual y cultural importante, que también ha dejado sus huellas, por ejemplo en la impresionante arquitectura neo clásica del St. George's Hall, el World Museum o la Galería Walker. Esta tradición cultural no se ha cedado confinada a la era victoriana sino que sigue hasta nuestros días, tal como se ve en los remodelados Albert Docks, sede de varios museos y de la galería TATE, o construcciones como el Echo Arena y el nuevo Museo de Liverpool.

Algo que no puede pasarse por alto en Liverpool, es el hecho que este puerto de comerciantes haya sido cuna de un fenómeno musical tan extraño e irrepetible como The Beatles. Los rastros están ahi en cada esquina, en Penny Lane o en la tumba de Eleanor Rigby, en las orillas del Mersey, o en el eco que se pueda escuchar en Mathew Street. Pero esa es una historia aparte, por ahora no hace falta contarla sino solamente dejarse inspirar por los mismos vientos que penetran las islas birtánicas a través de Liverpool.

9.12.2009

Mancunian

La apariencia victoriana de Manchester se ve en la elegancia de las casas antiguas en las calles del centro.

La pequeña villa se convirtió rápidamente en una del as principales ciudades de las islas británicas durante la revolución indsutrial. Desde entonces Manchester se ha convertido en un polo no solo económico sinó también cultural.

Los bares y tabernas están regados por todo el centro de la ciudad. Es la forma inglesa de socializar, cerveza de por medio. Algo de chip and fish como aperitivo y todo el mundo parece estar satisfecho.

Pero el centro de la ciudad no es solo un reflejo del neo gótico victoriano ni la elegancia de la bella época. También es un complejo conjunto urbanístico que sigue evolucionando e incorporando nuevos elementos al espacio mancuniano. La ciudad está obligada a proporcionar espacios comunes a las miles de personas que pasan mas tiempo en las agitadas calles de Manchester que en sus propias casas.

Manchester es una de esas ciudades que no pierden tiempo, desde que las masas de proletarios formaron un ejército en sus fábricas, hace como dos siglos. Fue ahi mismo donde se formaron algunos de los focos mas importantes de acción sindical y que inspiraron a personas como Engels a filosofar sobre la condición social. Fue precisamente una peculiar biblioteca de Manchester, el corazón de la industria textilera del algodón, que se encontraron Marx y Engels. Que valga para la anécdota.

Las metrópolis tienen ese ritmo apurado, descansan poco y tratan de aprovechar cada segundo que se les presenta. Mezclan su historia con el complicado presente que intentan imponer. No se conforman con lo que tuvieron en el pasado, buscan las oportunidades que les permitan crecer y ser relevantes. Arriesgan y no tienen miedo a ser diferentes. Al contrario, explotan sus peculiaridades y ofrecen ese sabor a originalidad que coquetea consus visitantes.

Enjoy Manchester

9.04.2009

San Lorenzo de El Escorial

Cuánto podría haber pesado la carga de la mitad del mundo, en las espaldas de una sola persona, tan real y tan vulnerable como el primer individuo que vemos comprando en el mercado.
Esa carga la tuvo que aguantar un tal Felipe II, hace como 450 años.

Desde el despacho mas digno de un bibliotecario que de un monarca, Felipe recibía cada día noticias de lugares tan remotos como las inexploradas Filipinas o el mítico Perú.
Los mapas que ahora dornas los salones del Monasterio de El Escorial son testimonio de ese poder y dominio paradójico, inmensamente rico en apariencia y miserable bajo la mesa.
Eran también tiempos en los que la fe y la política se entremezclaban de formas extrañas. La naciente reforma protestante era al mismo tiempo una herejía y excusa subversiva que debía ser cortada. Y Felipe fue uno de los campeones contrareformistas, materializando su catolicismo en una de las obras mas grandes de los último días del renacimiento.

El Escorial está alejado de Madrid, en medio de un paraje escondido al pie de un monte, como si fuese una ermita desposeída de la precariedad debida. El Escorial es monumental y sobrio, imponente pero sin excesos. Los adornos son inexistentes, las formas son perfectas y planas, la geometía y la proporción son las reglas para entender el complejo formado por la inmensa Basílica, el monasterio, la escuela, los patios y el resto del complejo.

Si el exterior de El Escorial hunde en sentimientos de majestad, el interior es sobrecogedor por la inmensa cantidad de historia que alberga. No es solamente una historia de intrigas reales sino también la historia de pueblos que se encontraron por diversos motivos en cierto momento y no tuvieron otra que forjar un destino común. Un destino muchas veces cargado de hostilidades e intereses, pero también de complementariedad. El Escorial también es un tesoro cultural, como lo testimonian los miles de volúmenes en la biblioteca, incluyedo antiguos manuscritos agustinianos y textos medievales del mundo islámico en su época de oro. O la colección de pintura, encabezada por lienzos del excepcional maestro José de Ribera o del Greco, entre muchos otros.

Pero debajo del complejo, a 11 metros de profundidad, descansan los cuerpos de las personas que personificaron todo ese poder. Personas de gran voluntad como Felipe II, llenos de ambición como Carlos V, o vulnerables y dignos de compasión como Carlos II. De todos ellos apenas quedan huesos, nada realmente diferente a lo que se encuentra en una fosa común.

El Escorial es un oasis de tradición, historia y cultura en medio de un paisaje casi hostil, al menos en esta temporada de sol desértico e inclemente. Y recuerda a quellos tiempos en que las circunstancias ponían continentes en las manos frágiles de personas con destinos extraños.