3.24.2006

deliberaciones

Llegan momentos en los que detener la avalancha no es más que una idea ingenua. Lo que comenzó como propuesta aislada y cómo blanco de burlas es ahora el estandarte de quienes llevan la carga del gobierno. Y sucede que por algún motivo la propuesta se convirtió en petición, luego en exigencia y finalmente en prioridad nacional. Tal es así que una cancelación del proceso sería vista como alta traición a la patria en estos momentos.

Entonces alguien puede meditar y preguntarse si la masa realmente sabe lo que está pidiendo. Probablemente no. Lo que la masa sabe y conoce con seguridad es su condición de precariedad y la impotencia de no poder vencerla. Entonces la frustración se traduce en la necesidad de cambios. Es así que en un primer paso se opta por cambiar los rostros y los nombres que salen diariamente en las primeras planas. El siguiente paso es rehacer las reglas.

En ese contexto surgen algunos inconvenientes. Resulta poco realista creer que el simple reestablecimiento de reglas será capaz por si solo de crear orden en medio del caos. Es por eso que si bien es innegable que ciertas transformaciones son urgentes en el cuerpo legal fundamental de la nación, no se puede caer en el error de creer que la redacción de un nuevo texto engendrará soluciones al océano de dificultades del país.

Y es precisamente eso lo que despierta susceptibilidades. El hecho de centrar la atención casi exclusivamente en la cuestión constitucional, dejando en paréntesis el resto del paquete, muestra indicios de una falta de ideas claras para llegar a metas definidas. Ni las ideas ni las metas parecen estar siquiera en estado embrionario. Si es así, lamentablemente la institucionalizada y patentada improvisación seguirá reinando.

Quizás -luego de la impresión del nuevo texto- la masa se pregunte cuál es la nueva golosina que le ofrezcan. Pero entre tanto hay una función en marcha, y primero hay que esperar que llegue a su fin.

3.19.2006

El MAS hace alianzas con El Mal




Lo siento, vi la foto y no pude aguantar la tentación. Don Santos Ramírez tentado por el lado obscuro.

On an Island

David Gilmour llegó a Pink Floyd como refuerzo necesario para compensar al errático líder, guitarrista, principal vocalista y principal compositor Syd Barrett. Sin embargo los abusos minarían en cierto momento el estado físico y mental de Syd, apartándolo del grupo y dando pleno espacio a Gilmour. El resultado es conocido por todos, Gilmour se convirtió en la piedra angular de Floyd, tomando control casi total luego del "renacimiento" del grupo a mediados de los 80's.

Sin embargo, luego de los ya míticos conciertos de Earls Court, Floyd llegaría a su fin (por lo menos por ahora) y sus ex miembros tomarían distintos caminos, con alguno que otro disco solista o gira en escalas menores.

Y es así que ahora David Gilmour sale repentinamente a la palestra con un nuevo álbum solista: "On an island", el primero después de mas de 20 años. Y no se trata de cualquier cosa, viene acompañado de algunos invitados especiales y por supuesto un tour de promoción.

El tour europeo se inició en el Konzerthaus de Dortmund, ante la presencia de un público en general suficientemente veterano como para identificarse con el legendario guitarrista. El evento se vendió en instantes, algunos meses atrás y cada uno de los presentes se preguntaba qué es lo que vería en escena, si lo nuevo valdría la pena y si habría algo de lo clásico.

La respuesta llegó con la entrada de Gilmour, acompañado del gran maestro Rick Wright, culpable de los teclados que han hecho tan grande el nombre de Floyd. Semejante par sobre las tablas es nada menos que la mitad de Floyd y eso es suficiente para ponerse de pie y aplaudir. Gilmour procedió entonces a ejecutar el nuevo álbum en su integridad:
- "We are gonna perform the whole new album"
- Aplausos...
- "and then we'll do some oldies and goldies"
- Aplausos y gritos descontrolados
- "Hey, there's also some good stuff in the album"

El nuevo álbum parece interesante. Casi todos los presentes lo escuchaban por vez primera y le daban su aprobación a través de los aplausos. Gilmour demuestra en escena su virtuosidad con las guitarras, sea la Fender Strat, la Les Paul, las acústicas, o las de mesa. Para sorpresa de muchos, en algún momento mostró inclusive sus dotes de saxofonista. Respetos.




Operando una guitarra acústica de mesa







Gilmour, el saxofonista.







En la segunda parte, Gilmour y compañía se propusieron enloquecer a los moderados alemanes. Todo empezó con Shine On, inconfundible emblema de Floyd. Rick Wright y los organos y algunas variaciones acústicas de David. Pero con una sorpresa más, el típico y reconocido solo de saxo, ejecutado por Dick Parry, el saxofonista original que trabajó con Floyd en los 70's en The Dark Side y Wish You Were Here.


Dick Parry y sus dos saxos.






Luego, una rareza, Wot's uh... the deal, de las épocas anteriores a The Dark Side Of The Moon. Un privilegio escuchar revivir un poco del soundtrack de Obscured By Clouds.






Pero entonces vendría el turno de Rick Wright y una de sus obras: Wearing the Inside Out, del último álbum de Floyd. La voz tétrica de Rick en ésta pieza es escencial para darle el carácter sombrío:

My skin is cold
To the human touch
This bleeding heart's
Not beating much







Volviendo a los 70's un pequeño extracto de The Dark Side: Breathe. Creo que no se requieren mayores explicaciones, la locura se apoderó de la audiencia tras los primeros acordes. Pero Breathe no puede ir sola, así que el grupo decidió seguir con Time. Magnífica oportunidad para escuchar una reedición del increíble dúo que aún hacen Gilmour y Wright.







Luego de la explosión de aplausos del público, Gilmour procedió a tomar una de sus acústicas y hacer el número más original de la noche: Dominoes, de Syd Barrett. Sin lugar a dudas una rebuscada opción, incluso desconcertante, pero que hace honores al líder original y primera fuerza de Pink Floyd.

La gran y singular campana que el baterista tenía en su set tenía que ser utilizada en algún momento, así que seguidamente el grupo entonó High Hopes, el himno del último álbum de Pink Floyd: The Division Bell.





Para terminar el set, y a modo de sobrepasar cualquier expectativa, la banda se dispuso a tocar Echoes, épica y magna obra de arte que cierra el álbum Meddle. Experiencia musical única -incluido el celestial dúo vocal de Gilmour y Wright- digna de todas las reverencias. Pero las ensordecedoras aclamaciones llamaban a los encores.




Tal que en 1971: "Overhead the albatross hangs motionless upon the air..."






Obviamente se venía Wish You Were Here, que es una especie de sinónimo de David Gilmour. Acompañado en las acústicas por un eficiente Phil Manzanera, WYWH fue como siempre impecable.






Y para finalizar, el climax de The Wall, Comfortably Numb. Rick Wright -increíble- haciendo el papel de The Doctor y Gilmour en su rol habitual. Otra vez el dúo hace de las suyas sobre las tablas. Y después el solo..., el solo!!!






Gilmour y Wright, ovaciones.







Como 40 años de hacer música, pero aún no se detiene. David Gilmour navega en su isla hacia las tierras imperecederas.

(afortunadamente cierta gente estuvo presta a sacar buenas imágenes -Fleeting Glimpse-)

3.12.2006

Westfalia

Luego de un agitado semestre y la correspondiente condena de los exámenes finales, llega el momento de teletransportarse a dimensiones desconocidas.

El aeropuerto de Dortmund recibe a los pocos y eventuales visitantes en sus ambientes reducidos pero efectivos. Por lo visto la ciudad tiene todo listo para recibir una cuantas toneladas de turistas y fanáticos del fútbol en este verano. Y sucede que la mayor fama de Dortmund probablemente sea el equipo Borussia Dortmund y su estadio (Westfalenstadion).



El centro de la ciudad está encerrado en un anillo vial. Tal parece que la mayor parte de la ciudad antigua fue totalmente arrasada (2/3 de la ciudad desaparecieron tras la segunda guerra). De hecho las únicas construcciones antiguas parecen ser las iglesias. Algunas son católicas y otras transformadas en protestantes. Sin embargo como son góticas casi ni se nota la diferencia.



El resto del centro es un conglomerado de centros comerciales. Al exterior del anillo central están las viviendas, aparentemente post-1945. Cuadradas, muy similares, pegadas una a la otra. Sin embargo, para contrastar, Dortmund está inundada de parques de gran extensión como el Westfalenpark. Es por ese motivo que la ciudad es denominada la metrópolis "verde" de Westfalia. Es una buena forma de enterrar el pasado industrial y carbonero de la ciudad.


Aparte de centros comerciales y locales de comida rápida (ubicados estratégicamente para saciar el hambre de los ávidos compradores) hay unos cuantos museos y el Konzerthaus, que tiene fama de buena acústica (aunque la disposición de los asientos me parece poco práctica). En el museo de arte e historia tenían una muestra de obras del museo de Berlin, de finales del siglo XIX. Mi ignorancia en cuanto a pintores germanos es casi insuperable, pero es interesante ver por ejemplo las obras conmemorativas dedicadas a Bismarck y los Kaisers. La solemnidad prusiana se ve reflejada especialmente en las estatuas. Es un trabajo especial ya que cada escultura refleja todas la imperfecciones del rostro real, pero al mismo tiempo expresa cierta majestad. Otros pintores de la época imitaban extrañamente al arte gótico. Parece una involución. Raro. Finalmente había una sección dedicada a los alemanes de la época de la secession. La influencia de Klimt y todo el movimiento de Vienna es evidente en estos artistas.
Lástima que una parte del mueso está cerrada por mantenimiento.




Interior del Konzerthaus, con algunas gentes dando un paseo adentro.





El movimiento nocturno en Dortmund es casi nulo. Seguramente el clima juega un cierto rol en eso. Sin embargo de día las calles peatonales del centro se inundan de gentes. Algunas calles se cierran en dia de feria para permitir la venta de "Spezialitäten". Aparte de gente, en cada esquina hay un rinoceronte alado. Así es. Dortmund está plagado de rinocerontes alados, de diversos colores, con luces, pintados, camuflados, de todos los tipos. Sucede que el rinoceronte alado es el símbolo del Konzerthaus de Dortmund, así que a alguien se le ocurrió que era bueno poner rinocerontes por todas partes.





Uno de los rinocerontes está ahi al medio. Creo que no se nota.










compartimiento para jóvenes malas personas que no tienen la intención de pagar un hotel.






Y bueno, no está mal para estar de pasada. ("Disculpe señor, sabe dónde queda el Friedenspark?", "Lo siento mucho , no tengo idea."). Así uno se olvida por un segundo que el semestre va a comenzar muy pronto.

3.08.2006

Art on Ice

La Suiza normalmente se enorgullece de sus Alpes, de sus vacas, de sus bancos y por supuesto de sus cortaplumas (couteau suisse). Pero para romper la monotonía, de vez en cuando sucede que algún suizo decide destacarse en algún deporte y la gente se vuelve fanática aunque sea por un tiempo. Roger Federer es un ejemplo. Sin embargo hay ejemplos más originales. Se trata del patinaje artístico.

Desde hace algunos años se organiza en este país un evento denominado “Art on Ice” que intenta mostrar una “gala” del patinaje artístico, con el mejor elemento disponible en el planeta. Así, sin el estrés de la competición, los atletas combinan destreza y gracia sobre la plataforma helada (con aditivos para mantener la atención de las masas).

El espectáculo no es meramente técnico. Al margen de los dobles-triples-dobles y derivados, hay las clásicas parejas de danza, los comediantes y los osados que intentan las piruetas más descabelladas. Aparte, existen los inevitables invitados especiales: i.e. músicos. Este año Lisa Stansfield y la cantante de ópera Noemí Nadelmann, otras veces estuvieron Vanessa Mae, Seal, Roger Hodgson o The Moody Blues. Nada mal para “acompañar” una gala de patinadores.

Ahora sobre los ejecutantes, la italiana Caterina Kostner, los rusos Tatiana Navka & Kostomarov, campeones mundiales de danza sobre hielo (utilizaron una música andina un poco extraña), Naomi Lang & Peter Tchernyshev, entre otros. También un georgiano carismático que se apoyaba en su extraña música caucásica en versiones remix.

Una mención especial merece la presencia de la 7 veces campeona de Europa, Irina Slutskaya. La rusa, aparte de ser la vigente campeona mundial de patinaje artístico, sabe muy bien como levantar a la muchedumbre. Y es que si bien en su disciplina es necesaria la precisión para contentar al minucioso jurado, más importante es la pasión con la que se ejecuta cada movimiento. E Irina Slutskaya demostró por qué lleva tantas medalla en el cuello, a pesar de tratarse de un evento sin coronas de laurel de por medio.

Pero la estrella de la noche tenía que ser otra. Los sentimientos nacionalistas priman ante todo, pero la emoción de las multitudes se dobla cuando se mezcla el patriotismo y la admiración por los verdaderos talentos. Y es que Stéphane Lambiel resulta ser suizo y campeón mundial de la disciplina, así que la ovación no pudo ser mayor. Todos de pie, casi todos aplaudiendo. Los que no aplaudían sacudían campanas y banderas mientras el griterío aclamaba al héroe del momento. Si bien muchos consideran al ruso Plushenko como el mejor de la actualidad, los papeles son los que cuentan y Lambiel es el campeón en los certificados. Y respondiendo a su gente, el “valaisan” mostró lo mejor que tiene, arañando e hiriendo el hielo con cada deslizamiento y salto perfecto.