4.29.2006

Hellas!

Desde el cielo Atenas parece interminable. La sensación es más evidente al hacer el trayecto entre el aeropuerto y el centro de la ciudad. Tal vez es simplemente una impresión de recién llegado pero el bus parece avanzar a 100 kilómetros por hora durante más tiempo del que puede durar una ciudad. Así puse mis pies en tierras griegas, precisamente en la plaza Syntagma, que debe significar algo así como Constitución. Es probablemente la primera vez que llego a un lugar en el que no entiendo prácticamente nada de lo que está sucediendo. La gente articula sonidos que no significan mucho, y los letreros, periódicos y carteles ni siquiera utilizan el mismo alfabeto que yo. Se suponía que debía dirigirme a una calle llamada Victor Hugo para encontrar techo y lecho. Pero era inútil buscar nombres tal como los conocía así que tuve que buscar aproximaciones obvias. Por suerte todo el mundo sabe algo de alfa, beta y gama, que de algo tenía que servir. Al final pude aprender una palabra: Nosokomio, que puede ser muy útil.

Edificio del Parlamento y tumba del soldado desconocido.


Lo bueno de ciudades como Atenas es que existe una gran cantidad de visitantes impertinentes que obligan a todos a conocer algo del idioma internacional. Claro que en muchos casos las señas son extremadamente efectivas. No veo por qué no usarlas mientras se pueda. De todos modos mi escaso tiempo en territorio helénico no permitía divertirme mucho con el idioma. En el hogar de turistas escasos de efectivos encontré un camarada de la república popular China. Luego de darme cuenta que el camarada hablaba francés pudimos intercambiar algunas informaciones. Resulta que el amable camarada estudia en Paris con algunos de sus compatriotas y aprovechando días libres se dio una escapada. Pero al mejor estilo oriental, la eficiencia de su viaje es digna de remarcar. En la semana de pascuas logró pasar por Milano, Venecia, Roma, Firenze, Pisa, Atenas y Santorini. Maratónico viaje que se mandan.

Tal como me comentó un comunicativo ciudadano inglés durante las 3 horas de vuelo, Atenas tiene un aire distinto al de las ciudades frías del norte. Entre otras cosas me comentó que los atenienses parecían estar siempre “in a rush”. Debe ser por la agitación de sus 4 millones de personas. También me habló de la gran dificultad de conducir en el asiento izquierdo. Por algún motivo ese detalle no me impresionó demasiado. Según me dijo el ambiente sería un tanto caótico: “los autos pueden no respetar los semáforos así que hay que estar atento”. Otra cosa que me advirtió fue la presencia masiva de perros salvajes “wild dogs” que se pasean libremente por las calles. Todos esos detalles me trajeron un sentimiento de déjà vu, por qué será? Todo lo profetizado por el ciudadano británico se confirmó y puedo agregar algunos comentarios adicionales. Las motocicletas parecen tener ciertos privilegios especiales y las bocinas sirven para elaborar complejos diálogos entre los automóviles. Hace buen tiempo que no veía ese tipo de interacción callejera. Entonces sentí la natural necesidad de recordar mis viejas habilidades para cruzar calles, tirando por tierra todas las normas de buen peatón. Pero no hay que dejarse engañar totalmente. Basta con darle un vistazo al sistema de transporte, incluyendo buses, subterráneos y navegación. Los trabajos realizados en la ciudad para los juegos olímpicos de 2004 también tienen han hecho diferencia. Si Grecia está desde hace buen tiempo en la UE no es por coincidencia.

En pleno centro de la ciudad está el popular “flea market” Monastiraki. Se trata de comercios pequeños, que exponen de todo un poco, ropa, chucherías, recuerdos, artesanías y etcéteras. El estilo informal también me trajo a la mente ciertos mercados menos conocidos mundialmente pero más extensos y complejos. Por qué en estas tierras me vienen flashes de comarcas distantes? En medio del gentío y los comercios y los vendedores de comiditas al paso, recordé que mi reloj necesitaba una manilla, así que procedí a darle utilidad práctica al mercado griego. En los alpes me habrían aconsejado tirar mi reloj y comprar otro, pero supuse que en Grecia podían haber algunas alternativas. Efectivamente encontré un señor que tenía una reducida mesa en la que vendía objetos diversos y de diversa procedencia. Sin preguntar mucho dirigí mi vista a una serie de manillas de cuarta mano que tenía en una esquina de su mesa. Entonces el griego dijo rápidamente “Stainless steel, very good, very expensive, for you five euros”. Con ese tipo de fluída conversación todo se puede solucionar en el país de los griegos.

Mis deambulaciones me llevaron en algún momento de vuelta a la Plaza Syntagma, en frente de la cual está el edificio del parlamento. El edificio, muy sobrio, parece ser de principios del siglo XX y tiene en la base la tumba del soldado desconocido. Lo llamativo son los guardias que la custodian. Esa guardia ceremonial tiene uno de los uniformes y coreografía más singulares que jamás haya visto. Quien haya ideado los pasos que hacen seguramente quería hacer gala de su originalidad.


honores al soldado desconocido












Atenas tiene mucho para ver en cada plaza, parque o colina. En cada callejuela y mercado. Hay una sensación permanente de que algo está sucediendo, hay vida por todos los rincones. Pero un lugar en especial se alza imponente al centro mismo de la capital helena. Y trae a la mente la palabra origen, no solo para los griegos, sino para gran parte de la humanidad.


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