4.29.2006

living in the past

Gran parte de la ciudad medieval de London ya no existe. Uno de los eventos más trágicos de la historia de la ciudad es el Gran Incendio de 1666, que consumió nada menos que 5/6 de las edificaciones. Se cree que el incendio fue provocado accidentalmente por un individuo que descuidó su horno, aunque en aquella época –en nombre de la lucha contra el terrorismo- torturaron y condenaron a unos sujetos que supuestamente iniciaron el incendio bajo instrucciones del Papa. Lo cierto es que el incendio se llevó innumerables tesoros arquitectónicos, libros, pinturas, puentes y por supuesto una incierta cantidad de vidas humanas. Entre las más de 80 iglesias que quedaron destruidas se cuenta a la antigua catedral gótica de St. Paul, que sería reemplazada rápidamente por la actual. El Gran Incendio, en un año proféticamente conflictivo (1666 no daba buena espina) produjo un impacto en los londinenses que se arrastra hasta hoy. Un sobrio monumento conmemora la tragedia. Lo llaman simplemente “The Monument” y es una enorme columna erigida en el lugar en el que se originó el fuego.



No lejos del Monument y siempre cerca del omnipresente Thames está la Catedral de St. Paul. Reconstruida 100 veces, la edificación actual es la que se erigió luego del Gran Incendio de 1666. La enorme cúpula, inspirada en la de San Pietro de Roma, destaca y sobresale especialmente. Es raro ver un edificio renacentista en medio de London, tal vez por eso St. Paul es tan especial. Al interior celebraban una misa. A primera vista parece que los anglicanos no tienen mucha diferencia con los católicos. Este asunto de las religiones ha sido utilizado como excusa para hacer todo tipo de barbaridades y al final las diferencias son despreciables. Todo sea por armar escándalo.







frontis de St.Paul's Cathedral



Muchas de estas cosas, que hacen parte de la historia de London, se cuentan en su museo, impredeciblemente llamado Museum Of London. Los museos en London tienen la política de no cobrar por entrada aunque siempre tienen una alcancía que dice “no se haga al corto y ponga unas monedas”.
La importancia de la ciudad como centro comercial en Inglaterra recién surgió luego de la conquista romana. Si bien Roma no estableció en Londinium una capital política, la villa pronto cobró importancia por su ubicación estratégica. El legado romano se tradujo en un completo sistema de caminos y senderos que llegaban hasta la frontera con Escocia en el norte, protegida por el Muro de Adriano. Es curiosa la forma en la que Roma procedía a conquistar un territorio. Una vez que ganaban un sitio, se encargaban de desarrollar grandes trabajos de infraestructura, como caminos, defensas, acueductos. De ese modo la civilización llegaba a todos los confines del imperio, no se trataba simplemente de arrasar y saquear. Pero la distancia hizo que sea muy difícil mantener tropas así que en cierto momento el imperio dejó a los centuriones a su suerte en Britannia. Y fue así que los Sajones invadieron y tiraron todo por tierra, incluyendo la villa de Londinium. El lugar quedaría prácticamente abandonado por algunos siglos.

La conquista normanda traería nueva importancia a la futura London. La construcción de fortalezas por instrucción de William The Conqueror es una prueba de ello. Con el tiempo y pese a diversos incendios y la gran peste, la ciudad se convertiría eventualmente en uno de los grandes centros comerciales y culturales de Europa. En tiempos de Shakespeare el teatro cobraría singular importancia, gracias en parte a la intervención de Elizabeth I que permitía la aglomeración de gentes, “siempre y cuando sea para sana recreación y no para dar ejemplo del mal”. En aquellos tiempos tener mucha gente junta traía peligro de crear turbas enardecidas, así que había que tener cuidado. Siglos más tarde London sería también el más vivo ejemplo de la revolución industrial, con todo el barullo, exceso de población y exceso de desigualdad que ello implicaba. El crimen también encontró hogar en London industrial e imperial, lo cual fue en parte compensado por las ejecuciones públicas que en cierto modo distraían la atención. La era victoriana legaría más tarde junto con el progreso. Enormes diferencias sociales y un crecimiento poblacional fuera de control. El Museo de London tiene un pequeño sector que reconstruye callejuelas y comercios de la época. Por unos momentos uno puede ver las vitrinas de las sastrerías, las oficinas de los banqueros o los talleres de un relojero.

El Museum Of London recorre los pasadizos de la historia británica, la historia de esas insignificantes islas que dominaron el globo y dejaron huellas visibles hasta hoy. Pero eso es apenas un pedazo de la historia de la humanidad, cuyos orígenes tienen testigos que han sobrevivido milenios y relatan sus historias en el Museo Británico (British Museum).


Solamente el edificio es digno de admiración. Enorme, dotado de una presencia abrumadora, al mejor estilo neo clásico. El museo posee una “Sala de Lectura” que alberga miles y miles de libros, disponibles al público, en un ambiente espectacular, coronado de una iluminada y grandiosa cúpula. Es una especie de biblioteca de ensueño. Otro sector despliega una reconstrucción del museo en la era de las luces “Enlightment”. El museo en sus orígenes abarcaba “todas las ciencias” en el mejor estilo enciclopédico. Desde la astronomía hasta las ciencias naturales, de la arqueología a las matemáticas.

Una de las colecciones más importantes del museo es aquella de dibujos y sketches. Una exposición temporal dedicaba sus muros a los trabajos de Michelangelo, el genio italiano, autor de algunas de las obras más importantes de la humanidad en cuanto a pintura, escultura y arquitectura. La muestra se centraba principalmente en los esbozos y dibujos del artista, felizmente rescatados del olvido por alguna gente de brillantes iniciativas. Muchos de esos dibujos muestran el conocimiento detallado del artista de la anatomía humana. Por ejemplo, se tienen algunos ensayos de lo que sería el cuerpo de Adán, en la Capilla Sixtina. Michelangelo era capaz de crear posiciones físicamente imposibles y engañar al ojo humano. Michelangelo hacía pequeños bocetos los cuales agrandaba en grandes láminas de papel. Con estas láminas podía finalmente realizar los frescos gigantescos por los que es famoso. Sin embargo, siendo celoso de su obra, Michelangelo solía eliminar muchos de sus bocetos, así que los que han sobrevivido hasta hoy han tenido bastante surte. Entre los papeles que se han podido rescatar están algunos bocetos de sus obras arquitectónicas, a las que se dedicó principalmente después de pintar El Juicio Final. De hecho prácticamente no volvió a pintar nada en la última época de su vida, consagrando la mayor parte del tiempo a la nueva basílica de San Pietro y la enorme cúpula que hoy es orgullo vaticano.

Detallar todos los espacios del Museo Británico sería demasiado. En apenas 8 horas de visita solamente pude dar un vistazo. Solamente decir que sorprendió ver restos de las culturas maya y azteca, uno de esos rocosos monolitos de la Isla de Pascua e incluso arte nigeriano. Una exposición temporal despertó mi curiosidad un poco más de lo habitual. Se trataba de una muestra de cómo perciben las diversas culturas los conceptos de vida y muerte. Un lugar privilegiado de esa exposición mostraba la visión orureña! Si, en efecto, trajes y máscaras de la popular diablada estaban en exhibición. Para rematar, unos pesados disfraces de morenada escoltaban a la diablada. Increíble que uno encuentre folklore boliviano hasta en el Museo Británico. En fin.

En la sección dedicada a Asiria se destacan algunos murales en piedra rescatados de los templos y palacios de los reyes Ashurnasirpal y Ashurbanipal, provenientes de Nínive. Muros y muros del museo están cubiertos con esos relieves, que ilustran diversos eventos cotidianos e históricos. Uno singularmente interesante muestra con muchísimo detalle la cacería real de leones. Según relatan los mismos asirios a través de su escritura cuneiforme, los leones representaban “gran peligro” para el ganado e incluso para las personas, así que procedieron a exterminarlos casi por completo. Aparentemente lo lograron, ya que hoy me parece difícil que se encuentren leones en Mesopotamia. Tal parece que los súbditos del rey capturaban leones vivos y luego los enjaulaban. Posteriormente, en una especie de corrida de leones, los soltaban uno por uno de modo que el rey personalmente podía liquidarlos a flechazos. Aparte de ser un deporte real, el espectáculo mostraba el poder del soberano sobre la amenaza de la naturaleza. El simbolismo siempre ha sido fuerte en el ser humano desde el comienzo de la civilización. Es sorprendente la forma cómo el artista logra reflejar el dolor y la impotencia de las fieras, atravesadas por las flechas; es una escena dramática. Otro relieve a mencionar es el de las batallas que sostienen contra ejércitos enemigos. En uno de los frisos se ve claramente como proceden a sitiar los muros de las ciudades y luego abatir a sus oponentes. Cuerpos mutilados, pisados por los caballos, atravesados por las lanzas, todo minuciosamente detallado y siempre bajo la presencia del rey, que muestra su poderío y su dominio sobre el enemigo.
También tienen su lugar en el museo las gigantes y famosísimas esculturas de esfinges aladas asirias que hace miles de años flanqueaban la entrada a la ciudad. Según dicen, no solamente proporcionaban una elegante entrada sino que protegían de maleficios y malos espíritus.

Cerca, muy cerca de los tesoros asirios está la gran colección de piezas egipcias del Mueso Británico. Momias, muchas momias, incluso momias de gatos y momias falsas que vendían como souvenirs hace tantos siglos. También muchas joyas y objetos de uso personal que normalmente se encuentran junto a las tumbas. Los egipcios dotaban a sus muertos de todo el material necesario como para pasarla bien al otro lado. Gran suerte para los arqueólogos, ya que pueden descubrir un sinnúmero de cosas a partir de esos objetos. Pero tal vez es mas impresionante para un casual visitante ver las macizas esculturas y monumentos en piedra que los británicos trajeron consigo del Nilo. Hace falta un poco de imaginación para completar el rompecabezas de estatuas colosales como la de Ramsés II o Amenhotep. Cuando los primeros arqueólogos modernos encontraron manos, torsos y cabezas tirados a orillas del Nilo, sintieron la necesidad de preservar las reliquias y proceder a estudiarlas. Las autoridades nunca pusieron muchos obstáculos: “pueden llevarse tantas de esas rocas como crean necesario”. La egiptología nació en la práctica con la presencia de Napoleón, antes que éste tome el poder absoluto del hexágono. Bajo sus órdenes, muchos de los tesoros del antiguo Egipto fueron trasladados a Francia, hoy en el Museo de Louvre. Pero la aventura de Bonaparte en Egipto no tuvo un final feliz, de hecho los ingleses descubrieron los navíos franceses anclados en Aboukir y los destruyeron casi completamente. En tratados consecuentes Francia cedió varios de sus tesoros egipcios a los británicos, los cuales se exhiben hoy en el museo. Pero la presencia francesa lanzó con gran ímpetu el interés por Egipto, y un hecho en particular es digno de destacar. Durante la construcción de un fuerte, solados franceses descubrieron una piedra negra con inscripciones. Examinada por expertos de la época, se evidenció que se trataba de una pieza de enorme importancia, ya que las inscripciones estaban en jeroglíficos, en demótico (idioma egipcio) y griego. Si bien los tratados obligaron a entregar la piedra a Inglaterra, los franceses siguieron estudiando la piedra, llamada Piedra Rosetta, con resultados que todo el mundo conoce. Jean-François Champollion llegaría a descifrar los jeroglíficos egipcios, que hasta entonces habían sido un total enigma para la comunidad científica. Y sucede que la Piedra Rosetta era un edicto de uno de los faraones Ptolomeos, que tenían la idea de publicar sus decisiones en demótico, en griego y en los jeroglíficos tradicionales. Con esa información y algo de ingenio, Champollion logró develar los secretos de lo que parecían figuritas divertidas. Por cierto los Ptolomeos constituyen la última dinastía de Egipto, fundada tras la muerte de Alejandro Magno por uno de sus generales, llamado Ptolomeo. Es por eso que esta dinastía escribía en griego, producto de la helenización alejandrina. La Piedra Rosetta se exhibe hoy en día en el Museo Británico y miles de personas ven en ella un símbolo del encuentro entre culturas, una muestra de la existencia de artefactos que develan los mayores misterios.

Hablando de helenización, Grecia viene en mente. El museo introduce a Grecia a través de las culturas minoica y micénica. La antigua Creta del minotauro, Knossos y las islas del Egeo. Micenas, la edad de bronce y las leyendas de Agammenon y Menelao. Todos los mitos tuvieron algo de realidad, los restos lo confirman. Lo cierto es que estas culturas antecedieron a la Grecia clásica, que fue mirada durante siglos y quizás hasta hoy, como la culminación de la civilización humana.

La influencia griega llegó a costas de la actual Turquía desde tiempos inmemorables. El museo tiene un salón dedicado exclusivamente a la muestra de los fragmentos de lo que se conoce como el monumento de las Nereidas. Se trata de un templo adornado con tres figuras que se supone son las nereidas, personajes marítimos relacionados con el mar Egeo. El templo se erigió en Lycia, pero sorprende la cantidad de fragmentos que se encuentran hoy en suelo inglés. Columnas enteras, partes del techo y la mayor parte de los frisos laterales, esculpidos magníficamente. Incluso 6 de las estatuas de las nereidas se encuentran en el museo.
Otro ejemplo de la influencia helena es el publicitado Mausoleo de Halicarnaso. Una de las maravillas del mundo antiguo, se trata de la tumba del rey Mausolo, que amasó poder y constituyó un reino de facto casi al margen del poder persa. La tumba era básicamente una edificación de base cuadrada, una serie de columnas a 2 niveles y finalmente una pirámide escalonada como cúspide. Se cree que la altura del monumento era de unos 45 metros y estaba coronada por una cuadriga de dimensiones sobrenaturales. Según se tiene recuento, los mejores arquitectos y escultores de la época fueron convocados para participar en los trabajos y gran parte de la edificación se realizó en mármol. El esplendor del monumento hizo que se derivara “mausoleo” de Mausolo y que se lo liste como maravilla mundial. Sin embargo la perpetuidad en este mundo es una ilusión, así que un terremoto redujo a pedazos el mausoleo. Posteriormente, los caballeros de la Orden de Malta se apoderarían del lugar, creando una fortaleza haciendo uso de las piezas caídas de la tumba. Solamente en el siglo XIX, excavaciones inglesas lograron encontrar relieves, y algunas de las estatuas originales. Entre ellas destacan uno de los colosales caballos de la cuadriga que coronaba el mausoleo, así como las estatuas gigantes de dos personajes, que según se cree, podrían se Mausolo y su esposa Artemisia. También algunos de los frisos, que relatan en imágenes las batallas contra los centauros y las amazonas, permanecen en el museo como recuerdos de un pasado glorioso.

Otro de los salones del museo está dedicado al corazón mismo de la Grecia clásica, a la ciudad de la diosa del yelmo y de la lanza, a la ciudad de la primera democracia, de Pericles y de las grandes luces de la antigüedad. Así es, en el museo británico descansan trozos de Atenas, pero sería una pena tener que hablar de Atenas, la Acrópolis y el Partenón desde tan lejos del Egeo, no?

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