El macizo rocoso sobre el cual está construida la Acrópolis fue visto desde la prehistoria como un magnífico lugar para protegerse del enemigo. Una masa naturalmente amurallada en tres de sus cuatro frentes y dotada de una superficie plana en la cima. Durante la edad de bronce, diversos caudillos gobernaban pequeñas superficies del Ática, incluida la Acrópolis. Pero durante el fin de la era micénica, uno de los gobernantes de la Acrópolis logró amasar el poder suficiente para unir a todo el Ática, lo que inició la creciente influencia de Atenas sobre el resto de la antigua Grecia. La leyenda indica que tal gobernante era Teseo –si, el mismo del minotauro- que eventualmente fue uno de los grandes reyes míticos de Atenas. En algún momento uno de esos reyes levantó gigantescos muros alrededor de la Acrópolis. En tiempos posteriores, los atenienses los denominarían “Muros Ciclópeos”, creyendo que cíclopes y de ningún modo humanos podían ser responsables de su construcción. Por cierto Atenas obviamente ha estado ligada a la diosa Atenea desde hace algunos miles de años. La Atenea del Olimpo en realidad es una derivación de otras diosas más antiguas. La verdad es que la mitología griega es mucho más complicada que, por ejemplo la tolkeninana, ya que fue construida a lo largo de varios siglos. Por tanto existen muchas contradicciones. El asunto es que en cierto momento se dice que Atenea y Poseidón se estaban disputando el patronato de la ciudad. Cómo ambos parecían obstinados con la idea, se resolvió que cada uno haga un regalo a los atenienses y estos elegirían el mejor de los dos regalos por votación. Poseidón pinchó una roca de la Acrópolis con su tridente y brotó agua salada, de la que surgió un corcel, el primero de los domesticados para la caballería. Por su parte Atenea hizo crecer un árbol de olivo. Todos los varones optaron por el presente de Poseidón, pero las damas prefirieron el de Atenea. La leyenda concluye diciendo que como habían mas mujeres que hombres (una mujer de más para ser exactos) Atenea fue nombrada patrona. De algún modo lo sigue siendo hasta hoy.
Templo de Hefaistos en el ágora.
Diversos templos y palacetes fueron construidos en la cima de la Acrópolis durante los periodos de paz y prosperidad que llegaban de vez en cuando, en especial en los intermedios entre las constantes guerras contra los persas y también contra los otros griegos. La supremacía helénica estuvo en disputa constantemente, y Atenas muchas veces tomó el liderazgo. Un templo antiguo dedicado a Pallas Atenea fue construido en uno de esos periodos de auge. Pero tal construcción no duró mucho, los persas llegaron en un momento dado a tomar Atenas y arrasar con todo lo que estaba en pie. La respuesta griega no se dejó esperar y se conformó una liga anti-persa liderada por Atenas. Luego de esto sobrevino la era de Perikles, el estadista que gracias al botín ganado a los persas pudo dirigir la construcción de las grandes obras que engalanaron el Ática y la Acrópolis.
La entrada de los Propileos
La gran entrada de los Propileos es una de ellas, con sus colosales columnas dóricas. Los Propileos técnicamente son simplemente la entrada al complejo de la Acrópolis, pero exceden esa limitada función. Su imponente presencia sirve de antesala para lo que viene luego. Perikles convocó a los mayores arquitectos, escultores, pintores y constructores de la época, y designó al famoso Fidias como principal comisionado de muchas de las obras. El Odeón de Perikles y el templo de Hefaistos son algunos de los grandes trabajos de esa era. A un costado de los Propileos está el pequeño pero magnífico templo de Athena Nike, dedicado a Atenea “alada”. Comparando con el resto de los monumentos, este templo resulta reducido en tamaño pero desbordante en elegancia y esa simetría perfeccionista de los griegos. Frisos esculpidos y columnas jónicas adornan el templo, aunque algunos de sus restos permanecen en museo para su mejor conservación.
Teatro de Dionisio
Adjunto a la Acrópolis está el Teatro de Dionisio, en el que se representaban las grandes tragedias que por lo visto estaban de moda en aquella época. Las obras de Sófocles, Eurípides y Esquilo se vieron desde las graderías de este lugar. Por supuesto también había comedias de vez en cuando para no deprimirse demasiado. No muy lejos del Teatro de Dionisio no puede pasar desapercibido el Herodeón. Este teatro no pertenece al periodo griego sino al romano, así que es un tanto posterior pero de todos modos vale la pena mencionarlo. Fue donado por un tal Herodes el Ático, que aparentemente tenía mucho dinero y gran afición por las artes de la antigua Grecia. Su teatro se encuentra en excelente estado gracias a trabajos de restauración que se vienen realizando desde hace años. Este teatro posee una gran entrada dotada de arcos en tres pisos. El Herodeón estaba techado así que era un “coliseo cerrado” con capacidad para unas 6000 personas, en el que se presentaban todo tipo de obras.
El Odeón romano de Herodes
Stoa de Attalos reconstruida.
En cierto momento de la administración de Perikles, muchos trabajos tuvieron que ser paralizados para darle prioridad al proyecto central de Fidias y toda su comparsa: el Partenón. El templo dedicado a Pallas Atenea es el máximo símbolo de la ciudad y tal vez de toda la nación. Plutarco da varios detalles sobre su construcción y muestra su asombro por la rapidez con la que semejante monstruo fue terminado: unos 9 años. El templo exhibe 8 columnas dóricas al frente y 18 de las mismas a los lados. A parte de los cimientos, el material es mármol, incluyendo el techo. Así, Perikles pretendía tener en su capital la obra de arte más grandiosa jamás concebida. Tal vez lo logró. Esculturas de talla sobrenatural descansaban sobre el pórtico, principalmente los dioses del Olimpo, con Atenea en primer plano. En los laterales una serie de relieves ilustraba diversas escenas mitológicas. Las principales son aquellas en las que los grandes héroes cabalgan en la caída de Troya. También está la célebre lucha contra los centauros cuando estos se roban algunas mujeres luego de una boda. Otra escena muestra la batalla contra las amazonas. Finalmente se tienen escenas de la gigantomaquia, episodio en el que los dioses del olimpo combaten frente a los titanes. Al interior del templo residió en algún momento la estatua de oro y marfil de Palas Atenea, atribuida a Fidias. No se tiene ningún rastro de tal estatua, así que probablemente fue robada y fundida hace ya muchos siglos.
A la izquierda del Partenón está el Erecteión. Este templo es otra de las grandes joyas de la arquitectura griega y sobresale por su originalidad. La ubicación del templo –sobre un terreno no precisamente plano- obligó a los arquitectos a construir un templo en 3 niveles, con dos diferentes entradas y un porche. El templo debe su nombre al mítico rey Erecteo que fue eliminado por un rayo de Zeus en la Acrópolis. El Erecteión era un lugar de culto a dos diferentes deidades: Poseidón y Atenea, y es por eso que tenía dos espacios y entradas distintas. Probablemente el porche de las Cariátides sea el detalle más conocido del templo. Las 6 figuras femeninas sostienen el pesado techo del porche sobre sus cabezas, aunque su expresión gentilmente oculta cualquier esfuerzo. Las cariátides originales se encuentran en el museo de la Acrópolis y su lugar es ocupado por copias, a modo de evitar el deterioro de las doncellas.
El ágora y sus monumentos abatidos por el peculiar capricho humano.
La era de paz de Perikles no duró mucho tiempo. Atenas lideraba la liga Délica contra los Persas, pero su crecimiento era mal visto por otras ciudades estado, como Esparta. Los aliados de Esparta sufrieron imposiciones y sanciones de parte de Atenas, que no hicieron que empeorar la relaciones diplomáticas y económicas. Todo esto derivó en la Guerra del Peloponeso que duró algo menos de 30 años. La historia de la Guerra del Peloponeso es extensa y complicada, llena de traiciones, arreglos, alianzas extrañas y todo tipo de anécdotas. El conflicto se extendió por todo el Egeo y llegó incluso a Sicilia, en Italia, donde espartanos y atenienses tenían aliados. Para mala fortuna de los atenienses, una plaga llegó a sus puertas, tragando la vida de miles de personas, incluyendo Perikles y su familia. Este sería a la larga un factor decisivo para la victoria de la Liga del Peloponeso que era liderada por Esparta. Sin embargo la hegemonía espartana no duraría mucho tiempo luego de la guerra y pasaría luego a manos de Tebas. Pero semejante conflicto debilitó terriblemente a las ciudades estado, que no podrían evitar el poderío macedónico en años posteriores.
Durante y después de la era macedónica La Acrópolis fue respetada, a pesar de los infinitos conflictos que inundaron el Mediterráneo. Durante la dominación romana el respeto pasó a convertirse en adoración, pues Roma veía a la Grecia clásica como el ejemplo supremo de perfección y trataba de copiarla en todas las artes. Es por eso que se encuentran tantas copias romanas de obras maestras griegas (como el Discóbolo o Lacoonte).
Durante la vigencia del imperio bizantino, Atenas perdería su importancia, y algunos de sus templos fueron convertidos en iglesias cristianas. El fanatismo de algunos de los líderes cristianos no fue precisamente benéfico para los monumentos atenienses. Aparentemente los rostros de muchas de las figuras esculpidas fueron cincelados sin piedad, en nombre de paganismo. Muchos de sus tesoros fueron trasladados a Constantinopla y la ciudad fue reducida a una villa. Algunos siglos mas tarde, el decaimiento del Imperio Bizantino sería aprovechado por los Cruzados, quienes en su camino a Tierra Santa aprovechaban para practicar el pillaje. En el siglo XIII la Acrópolis fue tomada sucesivamente por cruzados franceses, catalanes y florentinos, que utilizaban el conjunto como fortaleza de defensa, tal como 2000 años antes los hombres de la edad de bronce lo habían hecho.
Pero la presencia cruzada finalizó con la toma de Atenas de parte del Imperio Otomano. Grecia quedaría bajo ocupación turca por 4 siglos. En ese tiempo el Partenón fue convertido en mezquita y se le agregaron minaretes. Luego se utilizó el interior del templo para almacenar municiones y pólvora, mientras que el Erecteión funcionaba como residencia del gobernador local. Pero una guerra entre los Turco Otomanos y la República de Venecia tendría sorprendentemente a Atenas como uno de sus escenarios. Resulta que los venecianos se aliaron al Papa y al Imperio Austriaco para combatir a los turcos que osadamente habían llegado a las puertas de Viena. En un intento por incrementar su poder marítimo, Venecia tomó parte en la guerra y contrató mercenarios para engrosar sus filas. De ese modo se libraron batallas en diversas islas del Egeo y luego en la mismísima Atenas. Parapetados en la Acrópolis, los turcos vieron necesario fortalecer los muros y bloquear todo punto de acceso, así que derribaron el Templo de Atenea Nike y utilizaron sus partes como refuerzos en las murallas. Partes de otros monumentos corrieron la misma suerte, ante el acecho veneciano. Pero el comandante veneciano Morosini no se dejó intimidar por las murallas y lanzó efectivos ataques de artillería contra la Acrópolis. La excelente idea de Morosini culminó con un obús que fue a dar directamente al medio del Partenón, donde los turcos almacenaban la pólvora. El resultado: una explosión subliminal que redujo a pedazos toda la parte central del templo, columnas y muros incluidos. De ese modo los venecianos vencieron a los turcos y tomaron posesión de la Acrópolis. Pero sabiendo que no podrían soportar mucho tiempo en Ática pagando mercenarios, la República de Venecia ordenó retirarse del lugar. Sin embargo el comandante Morosini no deseaba irse con las mano vacías, así que astutamente procedió a remover las esculturas que adornaban la fachada del Partenón. En el intento, todas las esculturas de la cara posterior del templo se precipitaron al suelo y se hicieron añicos. Con semejante desastroso resultado, Morosini decidió no hacer más ruido, tomar su velero e irse.
Algún tiempo mas tarde, Lord Elgin era diplomático británico en Constantinopla, y al darse una vuelta por Grecia, se percató que las maravillas griegas pasaban desapercibidas para los ojos otomanos. Entonces tramitó un “permiso especial” para llevarse todo cuanto pudiera de la Acrópolis. Los turcos no pusieron ninguna traba, así que Lord Elgin procedió a llevarse una impresionante cantidad de piezas. Entre estas está la mayor parte de los relieves del Partenón, incluyendo los que ilustran la batalla contra los centauros y las ofrendas a los dioses olímpicos. También los restos de las descomunales esculturas del frontis entraron en la lista de Elgin. Inclusive una columna entera del Erecteión y una de las Cariátides fueron transportadas a Inglaterra. Toda esa increíble colección sería posteriormente vendida al Museo Británico, donde se exhibe hasta el día de hoy en inmensos salones. Todas las escenas de los frisos tapizan los muros de una galería especialmente dedicada al Partenón. Los trabajos realizados por Elgin son considerados por los griegos hasta el día de hoy como un vil y simple saqueo, a pesar que se puede evidenciar que las piezas en territorio británico están en mucho mejor estado de conservación. Y es que todo fragmento expuesto a los elementos sufre irreversibles deterioros.
Pero desde hace unos 30 años el gobierno griego ha formado comisiones y organismos que trabajan incansablemente por preservar y restaurar todo lo que queda de ese pasado glorioso. A pesar de las molestas visitas de incontables turistas, equipos multidisciplinarios investigan, restauran, reponen, reconstruyen, refuerzan, rearman un rompecabezas legendario, ayudados de la tecnología disponible. Incluso tienen que reparar daños de refacciones anteriores, como aquel de principios del siglo XX, en la que se utilizaron piedras metálicas que oxidaron y que ahora son remplazadas por titanio. O en el caso del templo de Nike, que fue puesto en pie utilizando los fragmentos que quedaban dispersos en el suelo. No tengo idea cuanto tiempo duren los trabajos, pero hay grúas y andamiajes en toda la Acrópolis y mucha gente que gasta su precioso tiempo tratando de revivir antiguas leyendas.
Trabajos en el Partenón