Polonia bajo la línea del Ecuador
Venía de ver a Steve McQueen en una de esas películas en las que manda a medio mundo a la tumba sin cargar muchos rasguños. Ya en casa revisaba maquinalmente mi email y encontré un mensaje del Mundial FIFA 2006: "dese una vuelta por Gelsenkirchen pasado mañana, tal parece que tenemos una entrada para usted". Y sí, sucede que alguien que compró su entrada con meses de anticipación, la devolvió por un motivo X y decidieron revenderla a los fieles futboleros inscritos en la lista de espera. Y uno de los fieles resulté ser yo.
No hay que pensar dos veces, todos los compromisos para ese fin de semana fueron unilateralmente cancelados, y se iniciaron los preparativos de viaje de emergencia. Reserva del placentero viaje nocturno de 9 horas en tren, mochila al hombro y vamos al mundial.
Llegando a Dortmund de madrugada, ya se empieza a sentir el ambiente. Las gigantografías y la publicidad invaden todos los espacios, los comercios tienen logotipos, balones y fotos de Ballack en todas partes. 6 de la mañana y todo huele a fútbol. Pero los trenes también sienten el mundial. Retrasos en Alemania! El tren a Gelsenkirchen aparece finalmente luego de 1 bendita hora de espera. Gelsenkirchen es una ciudad no muy grande, parte de ese conglomerado de ciudades industriales que en algún momento sacrificaron su existencia por el carbón. Pero Gelsenkirchen es ahora sede mundialista y hogar del popular y últimamente exitoso Schalke04, el equipo "minero".
Llego tempranísimo al Veltnis Arena, que podría pasar por nave espacial en lugar de stadium. Es uno de los grandes orgullos de esta copa y tiene el lujo de albergar el segundo partido del mundial: Polacos contra Ecuatorianos. Ni Polonia ni Ecuador parten subtitulados como favoritos, pero el mundial no lo juegan solamente Brazil o Inglaterra. Eslavos y Sudamericanos se ven frente a frente y entablan discusión en un idioma que es más fácil que entender que el inglés: fúbol.
Frente al Ticket Center hay unos cuantos ecuatorianos debidamente uniformados y una montonera de polacos apostados. Esperan desde las 6 de la mañana con la esperanza de poder comprar una entrada. Todo ha sido vendido hace meses, así que su única esperanza es encontrar revendedores. Uno nunca sabe. Aprovechando que son multitud, los polacos hacen bulla y cantan su grito de guerra: POLSKA! POLSKA! POLSKA! La respuesta es inmediata, pero menos ruidosa. La barra brava necesita refuerzos. Los polacos siguen llegando, con desubicados incluídos. Uno parece haber celebrado antes de tiempo y conversa con los guardias aunque estos no entiendan una palabra de lo que dice. Por las risas de los otros polacos debe decirles algo poco convencional.
Después de 4 horas de plantonear se abre el Ticket Center y la mitad de los polacos se retira desilusionada: "Sorry, no tickets for sale, Ausverkauft!". Pero en la ciudad hay fiesta en las calles y se ha organizado un "FanFest" con mucha cerveza, chorizo y pantallas gigantes para ver los partidos.
A mi por suerte no me despachan. "Cual es su nombre?" "Ah perfecto, tenemos el ticket para usted, aquí está". Maravilla. Ticket en mano, tengo licencia para distraerme un poco en Gelsenkirchen. Obviamente no hay hoteles disponibles en toda Alemania así que debo merodear todo el día. En las calles hay mil stands de comida y el doble de bebida. Mesas dispuestas en las calles y los polacos festejando como en casa. Todo el tiempo entonan sus canciones y hurras: POLSKA POLSKA. El eco de los ecuatorianos es eventual pero aparece de tanto en tanto. Mientras tanto los teutones aprovechan que todo el mundo los visita y muestran sus gentilezas. Hay unas tarimas y unos grupos cantan unas músicas extrañas, mezcla de polka y pop. No se si será normal que la gente escuche eso, en todo caso aquí estoy de invitado así que mejor no me quejo.
Luego de entretenerme y hastiarme de escuchar los cánticos polacos tomo el UBahn al estadio. Todo el mundo está de uniforme. Rojiblancos contra amarillos. Caras pintadas, sombreros estrafalarios, banderas y mas banderas. Un polaco hace su agosto pintando caras. Los mas cautos se hacen dibujar banderas en las mejillas. Los calvos aprovechan para untarse de mentón a nuca con los colores de su patria. Mi indumentaria neutral me delata como ajeno. Ni polaco ni alemán ni ecuatoriano. De qué planeta viene usted?
Ahora los ecuatorianos parecen haber aumentado. Alex Aguinaga está por ahí, esta vez como expectador. Todo el mundo rodea el stadium. Es como tener dos ejércitos que sitian un castillo, forman aglomeraciones alrededor y bombardean con gritos de todos los tipos, cada uno tratando de imponerse sobre el otro. Pero están ahí los guardias y los volutarios de la FIFA. Algunos se ven nerviosos, es el primer día del mundial así que todo se puede esperar. Pero tratan de controlar lo mejor posible. Por lo menos a los primeros que ingresan les revisan todo, verifican nombre en el pasaporte, abren todas las mochilas y bultos, manosean a gusto e impiden ingreso de filmadoras. Pero luego de una hora de tan tediosa tarea se ven mas permisivos. Los alemanes también se cansan, por lo menos un poquito.
Mejor lugar no puede haber, platea alta de general justo al medio. El césped se ve impecable, y el techo del estadio está semi-abierto, con un monitor cuadruple colgando. Todas las miradas se dirigen a él cuando se inicia el partido inaugural en München. Aunque los polacos son mayoría, hay también germanos que quieren ver cómo su selección se deshace de Costa Rica. Pero ese es solamente el preludio para lo que realmente interesa a la mayoría de los presentes. Los polacos gritan mas fuerte que nunca y extienden sus bufandas en movimientos sincronizados. POLSKA POLSKA POLSKA. Ahora los ecuatorianos, apostados en la esquina de una curva intentan darles batalla. De repente todos eloquecen al ver entrar a los equipos.
Hurtado y Bak capitanes. De la Cruz, Tenorio y Delgado por un lado. Zurawski, Szymkowiak y Smolarek del otro. Dos naciones tan distantes en todo sentido, tan difícilmente relacionables, tienen que por lo menos enterarse -mutuamente- que existen. 90 minutos de tensiones, coros, gritos, luces y por supuesto goles! Tal vez los goles no fueron del agrado de los polacos, que se vieron enmudecidos por la efectividad de Tenorio y Delgado. Pese a los palos de Smolarek Polonia se queda atrás en el marcador y los eslavos lloran. Y no en sentido figurado. Algunos se quedan meditando en su asiento,media hora después del final del partido, con lágrimas en los ojos y una cara de "no entiendo cómo pudo pasar esto". El contraste con la fiesta ecuatoriana es evidente, todos sacan bombos de algún lado y se preparan para lo inevitable: "Vaaaamos, Ecuatorianos, está nocheeee, vamos a chupaaaar! ". No creo que ese cántico requiera una interpretación.
Haciendo uso del muy suizo principio de neutralidad, celebro el fútbol cuando es bueno y hoy brindo con los ecuatorianos. Ésta copa tiene todo para ser una de las buenas. Salud y buen mundial.