3.11.2007

Here comes the flood

Cuando se mira una ciudad o un país desde el cielo es casi inevitable notar las marcas que los humanos dejamos. Ciudades hormiguero, pueblos fantasma, carreteras de la estafa, sembradíos transgénicos, puentes trillizos, etc. Pero un paisaje muy particular es el que se ve al llegar a las tierras de los Países Bajos, que aparte de bajos son escandalosamente planos.
Difícilmente se ve algún morro con ganas de convertirse en colina, por lo menos en la región costera de Holland u Holanda, cuyo nombre popularmente se usa para designar a todo el reino de los Países Bajos (Koninkrijk der Nederlanden)
Toda la planicie está cuadriculada por incontables canales artificiales, da la impresión que el lugar estuviese permanentemente afectado por severas inundaciones. Pero en realidad todo está bajo control. En la edad media los holandeses le quitaban terreno al mar bombeando agua con sus molinos de viento. Construían diques y canales, fabricaban islas y se daban modos para pactar la paz con el océano. Claro que las tragedias de las inundaciones han sido de todos modos una constante amenaza para este pequeña esquina de Europa. Pero desde la implementación del 'Plan Delta' el pueblo dutch parece sentirse seguro.

En la capital 'histórica', Amsterdam, el agua sigue siendo omnipresente. Los canales que definen la forma de la ciudad son todos artificiales y ya tienen varias centenas de años de experiencia en su función de avenidas acuáticas. Aunque hay espacio suficiente para autos, buses y tranvías, la horizontalidad extrema invita a los holandeses a preferir la bicicleta como medio de transporte. En cada calle hay una 'ciclovía' pintada en un tono rojizo, por la que ni los peatones tienen derecho a pasar. De las barandas de los puentes cuelgan decenas de bicicletas estacionadas, algunas de ellas evidentemente olvidadas como demuestra el musgo que las cubre. Amsterdam es ciclista y acuática. Lo dicen las estadíticas: cada año miles de bicicletas caen a los canales.
En Amsterdam todo está relativamente cerca. En la plaza principal, Dam, confluyen las turbas a todas horas. Allí está el Palacio Real, que alguna vez fue el palacio de gobierno de la República, durante el dorado siglo XVII de los Países Bajos. Luego fue palacio de Louis Napoleon durante la invasión francesa, para posteriormente convertirse en uno más de los palacios reales de la nueva monarquía de los Orange.
Aun lado del palacio está la Iglesia de Niewe Kerk, del período gótico bajo, aunque actualmente cumple funciones de museo. Luego de la reforma, la región de Holanda pasó a manos de protestantes, que durante la 'furia iconoclasta' procuraron desfigurar todas las imágenes de santos y otros personajes bíblicos que abundaban en las iglesias católicas. Los templos en muchos casos fueron abandonados y en otros como este, cambiaron totalmente de función. Extrañamente ahora se presenta una exhibición sobre Istambul y la cultura turca (islam incluido) en el interior de la Niewe Kerk. Pequeñas paradojas.



El siglo de Oro de los Países Bajos, el XVII, es el orgullo de este pequeño gran país. En aquel tiempo las compañías de coloniaje de las 'Indias' dominaban puntos estratégicos para el comercio. Llegaron a poseer colonias en el Caribe, Surinam, inclusive la futura New York, Sudáfrica, Bengala, Indonesia y China. En el famoso Rijksmuseum no se cansan de contar sus logros. Ese dominio hizo a los burgueses holandeses inmensamente ricos. Y por suerte el dinero propicia, aparte de innumerables vicios, el fomento a las actividades artísticas. Sin santos ni mártires que pintar, los encargos en aquella época tenían la finalidad de inmortalizar a los burgueses holandeses en solemnes pinturas. Es así que los retratistas estaban llamados a hacer su agosto. Uno de ellos era un tal Rembrandt van Rijn. Heredero del claroscuro de Caravaggio, gran maestro de la luz y revolucionario en la composición, Rembrandt recibía numerosos pedidos de retratos grupales. En ese tiempo estaba de moda 'amollar' para mandarse hacer un cuadro de colegas, especialmente grupos de guardia civil. El que pagaba más aparecía con mayor prominencia en el cuadro. El que no pagaba era simplemente ignorado. Uno de los lienzos más celebres de este tipo es la 'Ronda nocturna', del que libros enteros se han escrito. Alguna gente le ha clavado puñales y le han rociado ácido pero por suerte los restauradores hacen que no se noten mucho las cicatrices de esos ataques.
Se puede descubrir mucho más sobre Rembrandt en su casa. Mientras tuvo dinero vivió en una simpática casa en Amsterdam que ahora es obviamente un museo. El ocioso, entre otros pasatiempos, se dedicaba a perfeccionar la técnica del grabado. El mismo tenía una prensa en una habitación de la casa y pasaba horas probando y produciendo sus propias impresiones. Hoy un tipo se pasa el día en el taller de Rembrandt, mostrando en vivo todo el proceso. Cada quien con su vicio.

La casa de Rembrandt, como muchas en el centro de Amsterdam, fue construida también en el siglo de oro. Jordaens, Rubens, Van Dyck son otros nombres asociados a esa época de supremacía naval, comercial, política y artística. Pero todo tiene su fin. En 1672 'el año del desastre', Ingalterra, Francia, Köln y Münster invadieron la república. Si bien los holandeses lograron resistir la embestida, el golpe fue fatal. Las subsecuentes interminables guerras con Francia fueron aprovechadas por Inglaterra para hacerse dueña de los mares y terminar con la hegemonía holandesa. La república no se fue a pique, pero su influencia fue disminuyendo paulatinamente.

Mucho tiempo después, y en otras circunstancias, otro personaje holandés comenzaba a hacer historia. Un hijo de pastor protestante de nombre Vincent van Gogh. El tal Vincent trabajó durante como adolescente como vendedor de obras de arte hasta que un día le pareció que su vocación era ser misionero. A pesar que en estudios de teología y 'misionología' le fue bastante mal, Vincent estaba empeñado en ser pastor. Pero sus superiores eclesiásticos notaron que Van Gogh era un tipo extraño y su visión del cristianismo era poco ortodoxa. Así que lo echaron.
Es en esas circunstancias que Van Gogh 'decidió' un día volverse artista. Su carrera duraría apenas 10 años. Van Gogh sufría de problemas mentales y era un sujeto inestable. Sea como sea ese tiempo fue suficiente para hacer de Van Gogh uno de los grandes maestros de la pintura de los últimos siglos.
Un mueso entero está dedicado a su obra en Amsterdam, y supongo que es la colección más grande que existe sobre este post-impresionista. Para mi gran suerte una exposición temporal mostraba también el impacto de Van Gogh sobre la generación de los llamados expresionistas, especialmente los Vieneses de la Secession y alemanes del Blaue Reiter y die Brücke. Solamente durante el último año de su convulsionada vida, Van Gogh comenzó a ser notado en el medio artístico. Pero cuando comenzaron a hacerse exhibiciones póstumas el rumor se expandió y con los años gente como Kokoshkha, Macke, Marc, Kirchner, Heckel e incluso Klimt y Schiele comenzarían a revisar su catálogo.
El pincel de Van Gogh es marcado y espeso, impregnado de colores irreales. Más que de realidad, su obra está cargada de emociones, las más fuertes y extrañas, seguramente un reflejo de su tormentosa vida y de las permanentes crisis que lo azotaban. Con solo 37 años encima se pegó un tiro en el pecho y murió a los pocos días.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

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